Con la mirada nostálgica a lo que fue antes de la pandemia, acostumbrado a tener paciencia y a observar con detenimiento los sucesos antes de actuar, Alejandro Márquez, fundador y lider de Bici Sordos Incluyente, relata como nació este grupo de amigas y amigos sordos y el proceso de convertirse en una A.C., que pretende fomentar entre más personas con discapacidades auditivas (y otras) el ciclismo como instrumento de crecimiento personal, profesional y la visibilización de una población vulnerable pero combatiente.
Lo conocí en un Paseo de Todos, me pareció altísimo, iba con su uniforme de BSI que, aunque llamativo, no me interesó leer todo lo que decía, me pareció un "ruidero" visual; se paró junto a mí y como una abuelita que "da domingo" a escondidas me ofreció un papelito misterioso, desconfié y miré el papel antes de aceptarlo, tenía dibujadas muchas manos encerradas en cuadritos, no recuerdo que me dijo, hace mucho que pasó, pero si recuerdo que su forma de hablar era "muy extraña", tomé el papel, le di las gracias quién sabe por qué y lo guardé en mi mochila antes de alejarme.
Al día siguiente saqué de mi mochila el papel, lo había olvidado, iba a tirarlo, pero que grande fue mi sorpresa cuando note que era el abecedario en LSM (Lengua de Señas Mexicana), me apené mucho al pensar que esa persona "hablaba raro" porque era sorda y yo me había portado de forma grosera, quería disculparme y afortunadamente el mismo papel me ofrecía la forma de hacerlo, en él escribía "BICISORDOS INCLUYENTE BSI", fue fácil encontrarlos en Facebook.
Muchas peripecias pasaron los Bici Sordos para llegar a ser una Asociación Civil, mucha gente intentó ayudarlos, pero claudicaron en el camino y es que comunicarse con una persona sorda implica mucho más que el conocimiento de su idioma, voluntad, paciencia y una mente abierta a otra cultura, sí, a otra cultura.
Alejandro Márquez, lider y fundador de BiciSordos Incluyente, BSI, diseñó el logo
En 2012 Amigos Sordos empezaba a reunirse para rodar, pero Alex, desde un principio dijo que ese nombre no era bueno, luego tuvieron el nombre de BiciAmigos, pero 4 meses después en una reunión Alejandro dio la idea de llamarse BiciSordos, les gustó mucho y así se quedó el nombre. En ese tiempo solo rodaban personas sordas, se veían puntuales a las 7:30 de la mañana los domingos en el Ángel de la Independencia; poco a poco la gente los iba notando y aunque algún oyente entusiasta se les unían los ciclistas sordos se desesperaban y no querían que personas oyentes rodara con ellos. Entonces su líder dijo que no podían discriminar, que su grupo debía ser incluyente, entonces cambiaron el nombre a BiciSordos Incluyente, BSI; porque aceptaban a gente con cualquier discapacidad o discapacidades, jamás iban a discriminar a nadie como la gente solía hacerlo con ellos.
Al principio rodaban distancias cortas, las primeras veces siempre dentro del paseo dominical, pero ellas y ellos tenían hambre de kilómetros, de descubrir hasta donde podían llegar y echaron mano de todos sus conocimientos y experiencia previa en otros grupos ciclistas hasta conformar su propia identidad. Ahora hacen rutas largas, rodadas interestatales incluso, ruedan con su propio grupo y sumándose a las famosas intergrupales. Ya no dejan que nadie les diga que no pueden, no se dejan discriminar más y forman parte valiosa de la comunidad ciclista. Incluso lograron un par de hojas dedicadas a ellos en el Breve Manual para Ciclistas Urbanos que realizó México Previene en conjunto con El Consejo Ciudadano.
Ahora son una Asociación Civil y tienen mayores oportunidades de inferir en asuntos de política pública así como la posibilidad de recibir apoyos a través de los diversos proyectos que tienen en mente.
Como grupo y como amigos han participado en un sin fin de aventuras, es uno de los grupos más activos de la Ciudad (al menos lo eran antes de que la pandemia nos cambiara la vida a todas las personas). Alex nos cuenta que una vez cuatro personas sordas se fueron a recorrer todo Baja California junto a personas con otras discapacidades, celebran puntualmente sus aniversarios con rodada larga y comilona, hacen reconocimientos y sacan muchas, muchas, muchas fotos.
Por todos lados quieren entrevistarlos, rodar con ellos, asistir a las clases de lengua de señas que imparten y tener uno de sus llamativos jerséis; pero pocas son las personas constantes que realmente tienen intención de sumar y de trabajar por la inclusión desde la bicicleta.
La cultura y el idioma de las personas sordas solo se puede aprender conviviendo constantemente con ellas, sin embargo todo esfuerzo que las personas oyentes hagamos por acercarnos, ser empáticos e incluyentes, es siempre bien apreciado y resulta de vital importancia para lograr una cultura más amplia en donde en verdad todas las personas quepamos y tengamos acceso a los mismos derechos y formas de gozar la vida.
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